Tantos detalles sobre asuntos insignificantes

jueves, 25 de marzo de 2010

debajo el nubarrón de polvo, también se siente el frío

Llegó temprano a casa aquel día, y se recostó sobre mi, se acurrucó en mis brazos como una cría, le besé los párpados, la nariz y los labios; le acaricié los senos y el vientre; y la cobijé con un cariño que creí extraviado.

Pasé los siguientes días a su lado, como quien se desvive por un sueño, como quien se desvive por un sueño infértil. Por instantes quise abandonarla, por el cafecito y el cigarrito, por el alcohol y las drogas, por el murmullo y el tráfico. Sin embargo se aferró a mi, a las memorias, a las dulzuras del cigarrito personal, de las reflexiones a luna llena, de los lamentos al viento. No hay más sinceridad que desnudarse frente a un espejo, y nada le deleitaba más que verme desnudo y herido como un perro cojo.

¿Será que le ofrecí más de lo que quería darle?

Y en sus ojos vi el engaño de la sotana y el látigo, ofreciendo nada, mas que un reposo para mis vicios y mis demonios terrenales. Pero sin acallarlos, sin enmudecerlos.

"Prométeme el cielo o la vida eterna si pudieras, cariño."

Ahora me aborda el frío entre la sequedad jaliscence. Aún permanece recostada sobre mis brazos esta pérfida hija del tedio. Como diría Sabina: aquella amante inoportuna, que se llama Soledad.

lunes, 22 de marzo de 2010

Tú comprendes bien como es con nadie

Aquí una rolita del David Aguilar "Nadie":

lunes, 15 de marzo de 2010

El arte de lo imperfecto (Ser humano, pues)

Lunes de nubes corvinas
. desaparezco entre sábanas abandonadas mientras el mundo se vuelve cenizas
... de cigarros que no me atrevo mitigar

¿Qué ha quedado de mí?
Que ya no veo la sombra del viejor rey
Que ya no me entrega besos mi madona
Que, clavo a clavo, he colgado a dios sobre la madera

Ser o no ser un ser irracional
La bestia de mis delirios, un anticristo moderno
Un cualquiera, hijo de éste o de aquél
Un dramático que llora como perro herido

¿Y qué queda por hacer?
Aceptar como el polvo enrojece mis ojos.

jueves, 4 de marzo de 2010

El fresón

Que retumba la verdad ante el aullido de los escotes concurridos
mientras el frío de los erizos arropa el pecho aún rasgado
monotonía emocional,
y follan los corazones cautivos
y lloran su extravagante pellejo - aquella nimia necedad

Orgasmo que viola lo introspectivo,
que sean otros quienes decidan,
la consciencia despavorida que ya no bebe más,
que ya no fuma más,
que herida se ahoga entre las masas miopes;
muerta la vida se desaparece todo bajo las pequeñas lucecitas,
que vienen y van,
en desatino constante como quienes giran, envueltos en amapolas, a su alrededor.


De vuelta al cigarrito arrogante. Sí.

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